lunes, 24 de octubre de 2011

La Plaza del pueblo

Desde el 25 de marzo de 2008 al 23 de octubre de 2011 pasaron nada más que tres años, seis meses y 29 días. “Nada más” porque en comparación con la duración de los diferentes procesos históricos de la Argentina, resulta poco tiempo. Si aún se levanta el nombre de José de San Marín pretendiendo continuar con el camino que él empezó y que por muchos años no se siguió, hacer referencia a casi 4 años parece realmente insignificante.

Sin embargo, el período comprendido entre estas dos fechas marca dos puntos completamente opuestos, con una realidad (la que algunos sectores pretendieron y pretenden imponer) muy antagónica y que encuentran a la persona implicada en una situación mucho más cómoda y segura. Mientras que en la primera vez se necesitó de una organización rápida para “hacerle el aguante” y evitar un golpe fuerte en las mandíbulas del Gobierno, en la segunda ocasión bastó con twettear, mandar un mensaje de texto o cambiar el estado en Facebook: “Todos a la Plaza”. Porque la Plaza es nuestra. La bancada ayer y hoy, Cristina; la banca, la del pueblo.

Esa Plaza que a principios de 2008 se vio atestada por unos cinco mil opositores oportunistas que hacían causa común con los intereses del campo (no el campo laburador, sino el que corresponde a la oligarquía y al establishment), ayer rezumó alegría, lágrimas, cantos, bailes, recuerdos de los más lindos, mucha juventud y ganas de continuar avanzando, antes de la aparición de la presidenta re-electa, durante su discurso, y después de este.

Estallaron en algarabía y felicidad cuando se la escuchó por los parlantes que traían lo que anunciaba en el bunker del Frente para la Victoria: “Quiero ir a la Plaza a saludar un poquito porque hay mucha gente”.

Y llegó pasada la hora 23 cuando una multitud la esperaba con ansias. “Cuanta alegría que tienen. No saben cuanto me gusta verlos agitar las banderas”, empezó la presidenta mientras el pueblo le devolvía el cariño con los cánticos característicos de la Juventud Peronista.

“Hace dos años en esta misma plaza estábamos tan enfrentados y desunidos los argentinos”, aseguró la presidenta recordando el conflicto con las patronales del campo que más arriba se menciona y que de no se por la voluntad popular podría haber significado un jaque al Gobierno.

No existe nada más genuino que la movilización espontánea de un pueblo. Y esa sola actitud de afecto y reconocimiento es motivo de agradecimiento para ella: “Quiero darles las gracias a esta multitud de jóvenes argentinos que ha vuelto a recuperar la plaza de mayo”.

También se acordó de sus épocas de militancia en los años ’70 junto a Néstor Kirchner y las comparó con la que experimenta la juventud de estos días: “Los veo en un momento histórico superador de aquellos momentos cuando él y yo militábamos. Esta plaza que ha sido plaza de alegrías, también fue de desencuentros y enfrentamientos”.

Muy emocionada y disfónica remarcó los valores que deben primar en una sociedad para la construcción de una Argentina cada día más justa e identificó estos rasgos en la juventud presente en la Plaza: “Quiero celebrar que esta juventud después de 8 años de gobierno, viene a levantar las banderas con alegría y no con odio, con amor a la patria”.

Y para despedirse de su Plaza y de su gente, esa maravillosa juventud y no tanto que volvió a la manifestación política para quedarse, cerró: “Un país no lo construyen solo los dirigentes, lo construye su pueblo también. Los quiero mucho a todos”.

El pueblo, Néstor y Cristina lo están haciendo.


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