domingo, 22 de mayo de 2011

No se lo merece


Uno entiende, hasta cierto punto, la reacción de la gente. Comprende la reacción por lo que significa la posibilidad de caer en el “desprestigio”. Pero si pasa lo que ayer se creía imposible y hoy toma cada vez más color, no sería la muerte de nadie. Eso seguro.
¿De qué hablás? De River, de Carrizo, de la Promoción, y de la “vergüenza” que significaría jugarla. ¿Del descenso? Ni mencionarlo. Sería la tortura eterna.
Volvamos con la reacción de la gente del Millo. ¿No tiene memoria acaso el hincha de Núñez? Vamos a refrescarla un poquito…

Clausura 2007. La Bombonera explotaba. Pablo Ledesma y 45 segundos para poner a Boca arriba 1-0. Empató Mauro Rosales. El partido finalizó 1-1. ¿Quién fue la figura excluyente del partido? Juan Pablo Carrizo, el mismo que hace un rato no más se retiró del Monumental insultado. El mismo que dio la cara hoy y el domingo pasado cuando un yerro le costó el 0-1 ante Boca.

Clausura 2008. ¿River? Campeón. Con lo justo, es cierto. Fueron sólo 13 goles en contra en 19 juegos. Fueron 11 de 19 partidos con la valla invicta (seis de manera consecutiva) ¿La figura del certamen? Juan Pablo Carrizo. ¿El mismo Carrizo que se tuvo que besar la camiseta para contradecir a los “hinchas” que lo acusaban de todo, hasta de bostero, por un par de errores? Sí, el mismo.

Con esto basta. Un clásico que se debió haber llevado Boca, fue parda en la Bombonera gracias a JP Carrizo. Un torneo, en el que River fue peloteado en más de un partido, que se quedó en Núñez gracias a JP Carrizo.

Pero no sólo estas dos puntualidades: Carrizo demostró ser uno de los mejores arqueros de los últimos tiempos en el fútbol argentino, y semana tras semana se ganó la ovación y el reconocimiento de la gente. Esos, los que lo aplaudieron y coraron pese al error, pueden dormir tranquilos. Ellos saben muy bien que si su amado River se va al descenso no será por culpa del arquero sino por una sumatoria de circunstancias donde la mayor responsabilidad recae en lo dirigencial.

Los otros, los “hinchas”, los que dicen dejar la vida por la camiseta, los que creen que pagar una cuota social les da el derecho de insultar y denigrar a un laburante, son los faltos de memoria. Hay muchos calificativos que les caben a estas personas. Acá prefiero usar uno light: exitistas.

Los que me conocen saben que estoy de la vereda de enfrente. Pero hoy, y mientras escribo estas líneas, no soy ni bostero ni periodista. Soy un trabajador que más de una vez se ha equivocado cuando desempañaba su labor, y que se solidariza con un par, de otro rubro, que cometió un error. Como le puede pasar a cualquiera.

Por su cara, esa cara de sufrimiento que lo mostraba más triste que nunca. Por sus lágrimas, que no brotaron, pero que querían salir de sus ojos. Por esa bronca contenida. Por dar la cara, contra Boca y hoy, luego de la derrota ante San Lorenzo. Sí, derrota. Su derrota. Por golpearse el pecho diciendo: “Fui yo, es culpa mía”. Por todo eso, hoy, soy hincha de Juan Pablo Carrizo.