martes, 22 de junio de 2010

¿Qué más se le puede pedir?

Con 36 abriles a cuestas, con un pasado de gloria pero regado, en momentos, por la desgracia, con críticas de propios y extraños… Así anda por la vida Martín Palermo.
La pregunta es: “¿Qué le falta hacer a Martín Palermo?”
Pasó de Estudiantes de la Plata a Boca en 1997 para reforzar a un club sin rumbo.
En 1998 convirtió 20 goles en 19 partidos (record en torneos cortos).
En 1999 consiguió el bicampeonato con Boca Juniors.

Se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda, y luego de seis meses emocionó al Mundo Boca amargando a River por la Copa Libertadores de 2000.
Ese mismo año le convirtió dos goles en 5 minutos al Real Madrid de las bestias de Figo, Raúl, Roberto Carlos y compañía.
En 2001 mudó sus goles a España, pero una débil pared le fracturo la tibia.
Deambuló sin suerte por Betis y Alavés, hasta que en 2004 los caminos lo llevaron nuevamente a La Boca.

Y volvió a ser goleador de un torneo nacional. Y volvió a ganar la Copa Libertadores en 2007.
Llegó a la marca de 180 goles con la azul y oro, igualando al viejo y querido Francisco Varallo.
Y se volvió a romper. Los ligamentos otra vez lo dejaron en una pierna en agosto de 2008. Pero regresó a las canchas. Y al gol.
Superó los 194 tantos que en realidad ostentaba Don Pancho.
Volvió a ser convocado a la Selección Argentina.
Gritó bajo la lluvia de Núñez el agónico gol a Perú por la anteúltima fecha de Eliminatorias sudamericanas.
Se convirtió en el máximo goleador de la historia xeneize tras superar los 218 goles de Roberto Cherro.

“Ya está, Martín. Aflojá”, dirían quienes creían que no se le podía pedir más nada.
Y llegó el premio. Lo más deseado por un jugador de fútbol: estar entre los 23 representantes argentinos en un Mundial.
- “Ahora si, ya está Martín”.
- “Pero, ¿qué ya está? Todavía falta el gol mundialista”, responde imaginariamente el Titán.

Y llegó. Los griegos lo sufrieron. Las lágrimas brotaron de los ojos de quien escribe y de varios millones más de fanáticos que deseaban eso: el gol del ídolo nacional.

¿Alguien se anima a decir que ya está terminada la historia de Palermo con la pelota número 5? Se cree que nadie. Pero algo es seguro: no se le puede pedir nada más…

Gracias, Martín. Por el fútbol, por los goles, por la entrega.

Gracias, Martín, por existir.