Paradojas del destino. Aquella instauración de los promedios que en 1983 favoreció a River, hoy le jugó una mala pasada al equipo millonario. Un equipo que estaba clasificado para la Copa Sudamericana de este año, pagó, pese a la mala administración de la era Passarella que no supo ni pudo revertir la historia, las pésimas dos presidencias de José María Aguilar. Un pasado que condenó el presente, y así, el futuro.
River, un grande, uno de los más grandes de América y del mundo, descendió de categoría y afrontará, de esta forma, no solo la deshonra que, lamentablemente, adjudica el descenso por culpa de la dramatización deportiva de estos días, sino también las increíbles pérdidas económicas que lo colocan al borde de la quiebra institucional.
Un llamado a la cordura que fue, paradójicamente, la otra voz de los medios que contribuyeron a la dramatización exitista. Por eso, desde estas líneas, se critica el accionar violento, pero se intenta dar un mensaje al hincha de River:
“Usted, hincha de River Plate, cuna de grandes figuras y hazañas deportivas, tiene que estar orgulloso de ser simpatizante de esta institución. Muchos quisieran que sus equipos tuvieran ese palmarés plagado de pergaminos que no hacen más que enaltecer su rica historia. Este descenso, este presente, no manchará el exitoso pasado, pero si lo harán los hechos de violencia que puedan generarse. Llore, nadie se lo niega, porque este momento debe ser una gran tristeza, desazón e impotencia. Pero que no transgreda los límites de lo estrictamente deportivo. River Plate, usted es grande, sea acorde a su historia y piense en acompañar a su equipo. Ojalá que la próxima temporada, lo catapulte a lo más grande del fútbol argentino, a la Primera División, ese lugar que le pertence y que tanto lo extrañará, esperemos que por solo un año”.